La caída de las grandes empresas

Comienzan los lamentos de empresas que, hasta que llegó la crisis, eran muy rentables y ejemplo de solvencia. Incluso las grandes empresas, tan rentables ellas en los buenos tiempos, darán sus gritos de agonía antes de su desaparición por una espiral deflacionaria que ellas mismas crearon aumentando desorbitadamente sus beneficios mientras reducían el poder adquisitivo de sus empleados a la mínima expresión. Sus empleados, ahora muchos de ellos despedidos en un último y agónico intento de mantener los beneficios (ya están intentando sacar todo el jugo posible de sus clientes pero siguen sin obtener "zumo" suficiente de ellos), dejarán de comprar por el escaso poder adquisitivo que tienen a estas alturas retroalimentando la espiral deflacionaria, que comenzaron y amplificaron todo lo posible las empresas, y que se llevará por delante la economía mundial en los próximos años.

La resistencia no servirá. Primero desaparecerán los beneficios, lo que generará desempleo y subidas de precios para mantener los resultados empresariales, luego llegarán las pérdidas, generando más desempleo para seguir llegando al día siguiente, y después la bancarrota.

Las grandes empresas han comenzado su suicidio colectivo.